Desde que aparecieran en los medios de comunicación los delitos cometidos por ese grupo de jóvenes, no han cesado de reproducirse
en otros localizaciones geográficas de España, otros puñados de adolescentes que se hacen llamar así. ¿Existían hace un tiempo este tipo de delitos?
¿Desde qué momento parece ser «divertido» violentar, violar, agredir a una chica grupalmente y luego hacerlo público en las redes sociales?
Nos preguntábamos recientemente con un colega si existen, también en el área de los delitos, la influencia de la moda. Una moda que nada tiene que ver con las tendencias de ropa, peinado o decoración del hogar. Que alude a saltar las leyes, trasponer los límites, las normas, pero sobre todo, una moda que implica una profunda humillación a la mujer. Es la tendencia a cometer ciertos tipos de delito en los cuales dañar a un ser humano se convierte en una «gran hazaña». Lamentablemente no podemos por menos reconocer que aún en ese aspecto, podemos observar un cierto tipo de tendencia social.
Esta suerte de «ídolos gamberros» inundan las redes sociales: conducir peligrosamente, atacar a ancianos indefensos. La lista podría ser tan variada como la imaginación truculenta lo permita. No se trata de muñecos de video-juego, son seres humanos reales tratados como si fueran meros juguetes de feria.
Al llevar estas burdas «hazañas» a los medios de comunicación se consigue el objetivo que buscan: publicidad, lamentable, pero publicidad al fin.
Uno de los riesgos radica en la generalización: «la juventud actúa de tal o cual manera«. Aún sabiendo que esa forma de pensar no es acertada, la fuerza de las imágenes puede inducir a ese tipo de pensamiento.
Hay una moraleja posible: tratar el tema con la máxima prudencia y la mínima dosis de escándalo. Eso es al menos, un camino posible. Una gran responsabilidad para los medios de comunicación.