CHICAAprendes a ser anoréxica. Los psicoterapeutas te dicen que estás enferma y que estás en un psiquiátrico y que vas a aprender a estar en él (…) Aprendí a desconectar. Me comportaba como se suponía que ellos querían que me comportase (…) me pasaba todo el día en la cama, en cuclillas..llegué a creerme que era pequeña, una niña. También aprendes de tus compañeras, unas de las otras. Las que llevan más tiempo dentro te enseñan a esconder la comida, te dicen qué has de hacer para que cuando te peses peses más(…)  Yo veía que sí, que hacía lo mismo que mi compañera que era anoréxica, vomitaba, la miraba a ella y yo hacía lo mismo (…) MA, 35 años.

Estas reflexiones pertenecen a una paciente y son recogidas en Comemos lo que somos,  libro publicado recientemente por  la antropóloga Mabel Gracia Arnaiz. Este trabajo aporta puntos de vista innovadores sobre el tema,ampliando la perspectiva a los profesionales de la salud mental y a todos aquellos que intervienen en el proceso de diagnóstico y tratamiento. 

En un texto anterior: L´anoréxia com a sìmptoma social, (Isoletta, 2006)  poníamos de relieve la importancia de la identificación, ese mecanismo psíquico que posibilita el gesto imitatorio. En un siniestro juego de espejos las chicas copian los síntomas de la compañera de habitación, de la amiga. Muestran gran creatividad, lamentablemente. En ocasiones abandonan las clínicas de rehabilitación mucho más ilustradas…en como ocultar o disfrazar frente a sus familiares la falta de alimentación adecuada.

También las redes sociales cumplen su función aleccionadora a través de las webs «ana» y «mía» , que derrochan ingenio y conocimiento dietéticos para evitar el temido aumento de peso.  

Recientemente se ha celebrado en Barcelona un encuentro para intercambiar puntos de vista sobre el particular, el  Simposio Anorexia e Internet ¿“Estamos indefensos frente a los peligros de la red”? Profesionales de distintos ámbitos han puesto en común sus reflexiones para procurar paliar los efectos de las redes sociales.         

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      Serás una princesa, y ser princesa requiere sufrimiento, voluntad….

        (escribe una chica en una página web «Ana»)

    Lo manifiestan con esa dureza, es una competencia, como un juego infantil. Podría asimilarse a una ruleta rusa ya que ponen en cuestión no sólo la estética física sino la salud, y en los casos más extremos, la vida misma.

Estas jóvenes invitan a las lectoras a una compleja y singular carrera de fondo con una puntuación específica, profusamente acompañada de consejos farmacológicos, de ejercicios físicos y sobre todo un discurso que alienta la continuidad de ese estilo de vida.  Las autoras de las webs suelen erigirse en líderes del grupo, constituyendo una especie de secta en la red. Y la pertenencia a la misma se manifiesta utilizando distintos colores, pulseras, y otros elementos externos.