Presentación

Bienvenid@s,

Susana Isoletta,  especialista en psicología clínica y psicoanalista. Le invito a visitar mi página web: hallará información sobre mi trayectoria profesional, mis puntos de vista acerca de la terapia psicoanalítica y de los síntomas psicológicos.

Un apartado especial está dedicado a la anorexia y la bulimia, tema central de los libros publicados. Podrá participar mediante comentarios y si lo desea  ponerse en contacto a través de la dirección de correo electrónico o por teléfono.

Serán bienvenidos sus reflexiones sobre su experiencia en terapia, sus dudas sobre cuestiones vinculadas a la psicología, la terapia psicoanalítica, los trastornos alimentarios o cualquier síntoma de índole psicológica. Asimismo sus observaciones o preguntas sobre el aspecto psicológico de fenómenos sociales o cuestiones tratadas en  los artículos publicados.

¿Por qué el psicoanálisis?

La experiencia psicoanalítica es uno de esos pocos y raros encuentros con mayúscula, capaces de conmovernos en lo más íntimo y hacer que haya un antes y un después de ellos.

El psicoanálisis puede ayudarle a resolver problemas emocionales conscientes e inconscientes y lograr un conocimiento profundo de sí mismo para descubrir los aspectos (a veces contradictorios) de la personalidad que han dado lugar a los síntomas.

Consultar a un psicólogo o a un psicoanalista:

¿Es un signo de debilidad?. ¿Una muestra de inmadurez?
“Nadie puede conocerme mejor que yo mismo”. “La consulta psicológica es sólo para las personas que padecen un trastorno grave, que están mal de la cabeza”. “Ya se me pasará, el tiempo lo cura todo.”

Suelen ser estos argumentos frecuentes ante el malestar  emocional. Pedir ayuda implica vencer prejuicios y aceptar la realidad de que algo va mal. Este es el primer paso que posibilitará encontrar el camino adecuado para cambiar la situación actual. La ayuda terapeútica no significa un soporte ortopédico ni el establecimiento de un vínculo dependiente.

La terapia analítica abre la puerta a la verbalización de las fantasías, los miedos y todos aquellos sentimientos y pensamientos que habitualmente arrinconamos en nuestro desván particular para no enfrentarlos. Ese desván a veces nos desborda y entonces aparece la angustia, la tristeza (aparentemente inmotivada) como un aviso. Es el momento preciso para ocuparnos de él,  desempolvar los recuerdos y  escrutar los antiguos fantasmas.

Somatizar: cuando la tristeza atrapa al cuerpo

CUERPO HLa alegría favorece un estado físico saludable, cuando nos sentimos felices  el cuerpo se hace eco del bienestar. Sólo basta mirarnos al espejo y comprobar cómo la expresión del rostro se ilumina de forma particular. Inversamente, el dolor y la tristeza pueden dejar huella somática.

Sin embargo, cuando el síntoma sólo aparece en lo físico cuesta más atribuirlo a una circunstancia dolorosa de la vida. Los médicos están habituados a tratar pacientes que se quejan de no ser comprendidos en su dolor y la medicación es terapia insuficiente cuando las causas son emocionales.

El refranero popular lo manifiesta con sabiduría: “me ha roto el corazón”,  “me dolió hasta las vísceras”, “me ha llegado al alma”. Un duelo,  la enfermedad de un ser querido, las dificultades con los hijos, son algunas de las circunstancias capaces de ocasionar malestares físicos transitorios que pueden llegar a cronificarse. La angustia que había capturado el cuerpo se libera cuando se expresan las emociones logrando poner en palabras el malestar. Este es el primer paso de la elaboración en psicoterapia.